lunes, 22 de marzo de 2010

PROPOSICIÓN CON PUNTO DE ACUERDO

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Intervención. Creación Grupo Plural que medie en el Conflicto ocacionado por la Extinción de LyFC

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La luz y la modernidad privatizadora

Raúl Rodríguez Cortés
El Universal / Gran Angular
22 de marzo de 2010

Con el argumento de ser más eficiente mediante el uso de la tecnología, la Comisión Federal de Electricidad (CFE) ha echado mano de herramientas que, sin embargo, podrían afectar al usuario al final de cuentas.
Según se sabe, la CFE ha iniciado el cambio de medidores en todo el país, incluida la zona centro de la República, donde ha asumido las tareas de la extinta Luz y Fuerza. Los nuevos medidores —denuncian trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas— van a funcionar con una especie de ficha de prepago, algo así como las utilizadas en la telefonía celular. Eso implicará, en rigurosa lógica, que los consumidores deberemos pagar la luz por anticipado para poder tener energía en nuestros hogares. El medidor digital marcará los saldos de nuestro consumo, vamos, lo que nos queda de luz para que se termine la adquirida mediante la tarjeta. Si usted vislumbra que va a necesitar más, pues a comprar otra ficha.
Los electricistas del SME aseguraron que el cambio de medidores ya fue iniciado en todo el país pero que aún no se ha generalizado. Mientras tanto advierten sobre el uso de otra de las nuevas herramientas de la CFE, el monedero electrónico.
Los usuarios domésticos de energía han empezado a recibir el monedero electrónico, que es una tarjeta plastificada que bonificará puntos equivalentes a un peso en diversos establecimientos mercantiles afiliados al programa. Mientras más se use, más puntos se acumulan. Esos puntos quedan registrados electrónicamente en la cuenta que la CFE tiene con el usuario correspondiente y que podrán aplicarse al pago del seguro de luz. Éste abrirá espacios publicitarios a las empresas afiliadas que no sólo aumentan sus ventas por el volumen de los consumidores de energía (todos), sino que adquieren también un mecanismo de marketing con amplia difusión.
Los términos del mecanismo son sin embargo un tanto confusos. En un principio, de hecho, se incluía en el monedero electrónico, sin que los usuarios lo supieran, un seguro de vida en caso de accidente con un costo de 2 mil pesos que se iría pagando periódicamente con los puntos acumulados. Quienes llegaron a enterarse de esto tras revisar con lupa la letra chiquita del contrato, tuvieron graves dificultades para cancelarlo. El seguro era vendido por MAPFRE, uno de los afiliados al programa, y la CFE tuvo que cancelarlo el pasado 20 de febrero ante la queja de los usuarios.
La propia paraestatal define su monedero electrónico como un “programa social inteligente”, pero llama la atención que, siendo social, sea operado por una empresa privada (¿?) llamada Axcentric, S.A.P.I. de C.V, de acuerdo con la licitación pública nacional LPN-SD-001/19. Esta empresa que es una Sociedad Anónima Promotora de Inversión bajo la nueva Ley del Mercado de Valores (eso es lo que quiere decir S.A.P.I.), está asociada en este proyecto de la CFE con otras tres que son CENTRICOM S.A. de C.V., DIGIPRO S.A. de C.V. e International Bussines Solutions de México S.A.
Que sea una S.A.P.I. tiene su explicación, pues es otra manera que se ha encontrado para que capital privado invierta en actividades reservadas por la Constitución al sector público. Pero Axcentric, cuya oficina matriz está en San Nicolás de los Garza, Nuevo León, incluso se anuncia en internet como una “compañía encargada del desarrollo, administración y control de la CFE”.
Cosas de una privatización que dejó de ser silenciosa para mostrarse ya de una manera abierta.

Instantáneas...

1. PRISAS. Son las que tienen la PGR y el secretario del Trabajo, Javier Lozano. El jueves filtraron la información de que había sido obsequiada una orden de aprehensión contra Martín Esparza por malos manejos en el SME. Resulta que no hay tal, que el juez de la causa se declaró incompetente en el caso. Por lo pronto el líder electricista en resistencia ya se amparó contra cualquier orden de aprehensión.

2. SUCIOS. Aún no empiezan las campañas políticas en Oaxaca y los dos principales aspirantes a la gubernatura, Eviel Pérez, del PRI, y Gabino Cué, de la alianza del PAN con el frente PRD-PT-Convergencia, desataron la guerra sucia a través de internet. Este fin de semana los dos se acusan de todo a través de videos difundidos en You Tube.
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México SA

  • Reforma laboral: cero y van tres
  • Pinochetización del empleo
  • Ardió París, ¿arderá México?
Carlos Fernández-Vega
La Jornada
22 de Marzo del 2010

Con el carisma y la inteligencia que lo caracterizan, el secretario calderonista del desempleo, Javier Lozano Alarcón, se dio a la tarea de convencer a propios y extraños que la rediviva ley Abascal está llena de bondades (para los patrones), y a las futuras víctimas de tal iniciativa el aprendiz de verdugo consultó: “¿qué prefieren, someterse a prueba o quedar desempleados?; pregúntenle a los jóvenes, a las mujeres, a los adultos mayores de 40 años, que luego por falta de capacitación no les dan empleo. ¿Qué prefieren? ¿Ponerse a prueba para demostrar que sí pueden; decir ‘yo me someto a la capacitación’ (...) trabajar tres días a la semana en un centro turístico, o que no haya empleos?”
De nueva cuenta el panismo arremete descaradamente contra los trabajadores y les presume como nueva la fallida iniciativa de ley presentada por la bancada blanquiazul en San Lázaro a mediados de 1995 (copia mexicanizada de la “reforma laboral” pinochetista); es decir, la misma que en 2002, maquillada y adornada con estampitas de santos, intentó colocar monseñor Carlos Abascal (ahora sentado a la diestra del Altísimo) como secretario foxista del Trabajo. Y como la nueva intentona es más que descarada, qué mejor que el facha Lozano Alarcón para encargarse del numerito y la cara dura.
Con esta iniciativa el desahuciado gobierno calderonista pide a gritos que la protesta ciudadana alcance el nivel registrado en la primavera francesa de 2006 (arde París) durante el gobierno de Jacques Chirac, cuando a su ultraderechista primer ministro Dominique de Villepin se le ocurrió la brillante idea de impulsar un decreto, disfrazado de “reforma laboral”, conoci- do como contrato de primer empleo (CPE), por medio del cual descaradamente privilegiaba a los patrones, legali-zaba el despido, sin más, y condenaba a los trabajadores, especialmente a los jóvenes, a “someterse a prueba o quedar desempleados”, como diría el tres veces P pianista poblano. ¿Qué tanto van de la mano el CPE del ex primer ministro francés, la intentona panista de 1995, la ley Abascal y/o la –llamémosla así– Ley Lozano? Idénticas en el fondo, con mínimas diferencias en la forma.
¿Qué pasó con el CPE y con Dominique de Villepin? Tras varias semanas de intensas cuan multitudinarias movilizaciones en toda Francia, y la permanente protesta de sindicatos, estudiantes y mili- tantes de la izquierda gala, así como el emplazamiento a una huelga general, entre otras actividades, el decre- to disfrazado de “reforma laboral” se fue al caño, de la mano del primer ministro francés y sus aspiraciones presidenciales (similares, aunque mucho más reales, a las de pianista poblano). Como se dijo en su momento, de tiempo atrás sobran elementos para una combustión laboral en Francia, como en tantas otras naciones europeas. ¿No sucede lo mismo en México? Es la cerrazón de una derecha recalcitrante en la que otros gobiernos se reflejan: persiguen objetivos similares en materia laboral, y cínicamente les llaman “reformas”.
Nada nuevo bajo el sol, pero el cínico secretario calderonista del desempleo pregunta a los futuros afectados por el tercer capítulo de la “reforma laboral” panista: “¿qué prefieren, someterse a prueba o quedar desempleados?” Han transcurrido tres años y pico de la “presidencia del empleo”, durante la cual el desempleo ha sido la norma. De 2006 a 2009, la población económicamente activa se incrementó en alrededor de 2 millones 600 mil mexicanos, quienes intentaron incorporarse por primera vez, con prueba o sin ella, al mercado laboral del sector formal de la economía. El resultado es desastroso: en ese lapso sólo se generaron 25 empleos formales (registrados en el Instituto Mexicano del Seguro Social, IMSS); es decir, 0.96 por ciento de la demanda real, o lo que es lo mismo, apenas 695 de las cien mil nuevas plazas laborales que mensualmente exige la población, sin considerar rezagos.
Sólo en ese periodo y para la población que por primera vez se incorporó al mercado laboral, el gobierno calderonista, y amigos que lo llevaron a Los Pinos, registra déficit de 2 millones 975 mil plazas formales; pero el desfachatado Lozano alegremente declara que “estamos a punto de recuperar lo perdido en materia de empleo… Parte de estos signos de recuperación de la economía mexicana está vinculada con la evolución del empleo, basada en los datos y en los registros que se tienen en el IMSS”; es decir, los mismos datos y registros que documentan que en tres años de calderonato apenas se atendió 0.96 por ciento de la demanda de plazas laborales en el sector formal de la economía.
En el primer trienio de Ernesto Zedillo –también con crisis, devaluación y catarrito– la generación de empleo en el sector formal de la economía, registrado por el IMSS, sumó 235 mil 457 plazas (promedio de 78 mil 485 por año), alrededor de 8 por ciento de la demanda real; en igual periodo, pero con Fox en Los Pinos, se cancelaron 545 mil 203 puestos de trabajo (promedio de 181 mil 734 por año) y con Calderón a duras penas sumaron 25 mil, o 0.96 por ciento de la demanda. Y se supone que a todos los mexicanos que en ese lapso se quedaron con las ganas nadie les dijo que se sometieran a prueba o quedarían desempleados.
De 1995 a 2009, en números cerrados 12 millones de mexicanos se incorporaron a la población económicamente activa; en ese periodo sólo se registraron alrededor de cuatro millones de empleos formales, 33 por ciento de la demanda real. Así, cerca de ocho millones de mexicanos pasaron al desempleo, la informalidad y/o emigraron al dorado norte en busca de ocupación remunerada. En los dos gobiernos panistas la población económicamente activa creció en casi ocho millones de mexicanos y en ese periodo oficialmente se generaron un millón 228 mil 902. Por dónde se le vea, pues, sólo con una cara muy dura se puede afirmar que “estamos a punto de recuperar lo perdido en materia de empleo”.
Pero Lozano no se quedó allí. También dijo, eufórico: “les puedo decir, finalmente, que al 15 de marzo, el número de trabajadores asegurados al Instituto Mexicano del Seguro Social, tanto permanentes como eventuales, alcanza la cifra de 14 millones 115 mil 536 personas, repito, 14 millones 115 mil 536, de los cuales 88 por ciento se trata de trabajadores permanentes y 12 por ciento de trabajadores eventuales”. Pues bien, resulta que el propio IMSS informó que al cierre de febrero de 2010 el número de empleos registrados fue de 14 millones 204 mil 647, entonces según el secretario de desempleo en la primera quincena de marzo se habrían cancelado 89 mil 111 plazas.

Las rebanadas del pastel

Cómo estará la cosa, que ni el Banco de México le cree a Lozano y su “recuperación del empleo”.

cfvmexico_sa@hotmail.com y mexicosa@infinitum.com.mx
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Soberanía en riesgo

John M. Ackerman
La Jornada
22 de Marzo del 2010

El encuentro de los gabinetes de seguridad de Estados Unidos y México que tendrá lugar mañana podría marcar el inicio de una peligrosa nueva época de la relación entre ambos países. El fracaso del gobierno de Felipe Calderón en asegurar la paz y el estado de derecho en nuestro país constituye la mascarada perfecta para justificar un renovado intervencionismo estadunidense. Es necesario mantenernos en alerta para evitar que se sacrifique la soberanía nacional ante la desesperación por contener la crisis en materia de seguridad pública haiga sido como haiga sido”.
Uno de los riesgos más evidentes de la estrategia de Calderón cuando hace tres años envió los militares a las calles fue que la eventual derrota en su “guerra contra el narcotráfico” dejaría al Estado mexicano en una situación de vulnerabilidad extrema. Dado que el Presidente quemó su último “cartucho” desde el principio de su sexenio, el Poder Ejecutivo queda hoy con muy pocas opciones para el futuro. En este contexto, Washington está listo para sacar provecho de la situación, eso sí bajo el discurso de “salvar” al gobierno mexicano de su propia desgracia.
Sería difícil exagerar la importancia de esta reunión, que contará con la presencia simultánea del secretario de Defensa, Robert Gates, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, el presidente de las fuerzas armadas conjuntas, Mike Mullen, la secretaria de Seguridad de la Patria, Janet Napolitano, y el director de Inteligencia Nacional, Dennis Blair.
Si bien es cierto que una visita oficial ya había sido programada desde hace un par de meses con objeto de evaluar los avances del Plan Mérida, la reunión de ninguna manera contemplaba la asistencia de tantos funcionarios de alto nivel. Fueron los acontecimientos en Juárez los que modificaron el escenario y sorpresivamente el jueves pasado se confirmó la inédita asistencia de Gates, Mullen y Blair, junto con Clinton y Napolitano.
La participación simultánea de todo el gabinete de seguridad de Estados Unidos en una reunión oficial en México simplemente no tiene antecedente alguno en la historia moderna del país. Cuando hace dos años Gates realizó una visita rápida a nuestro país, era la primera vez que desde 1996 un secretario de Defensa estadunidense había pisado suelo mexicano de manera oficial. Tampoco es factible pensar que Mullen haya abierto un espacio en su atareada agenda de viajes a lugares en guerra o con intervenciones extranjeras para únicamente permitirse hacer turismo diplomático o político. Todos estos funcionarios vienen con una agenda clara.
Ni siquiera en 1985, en el contexto del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena, tuvo lugar un despliegue tan importante de personalidades y autoridades de Estados Unidos en el territorio nacional. Si bien en aquella época el embajador John Gavin presionó de manera importante al gobierno mexicano, las sensibilidades nacionalistas que todavía estaban presentes entre los políticos y los ciudadanos simplemente no hubieran tolerado una “visita de Estado” de esta naturaleza.
Hoy, sin embargo, la situación es radicalmente diferente. El gobierno actual no esconde su admiración irrestricta para Estados Unidos y hace todo lo posible por complacer a su gobierno en materia política, económica y de seguridad pública. Hoy, la “colaboración” entre las fuerzas de seguridad de los dos países es cada día más estrecha, lo que ya ha incluido el establecimiento de una oficina de inteligencia binacional en la ciudad de México y la presencia de cada vez más “enlaces” y agentes especiales en el país.
Después de su visita en 2008, Gates declaró: “Yo diría que la relación [militar entre México y Estados Unidos] es limitada, pero ambos lados están buscando oportunidades en que podamos ampliarla de manera cautelosa”. El asesinato de tres personas vinculadas con el consulado estadunidense en Ciudad Juárez presenta una excelente “oportunidad” precisamente para “ampliar” esta colaboración militar.
En su columna de ayer en el periódico Reforma, Juan Pardinas prepara el terreno para la ominosa presencia de soldados extranjeros en las calles de nuestro país. Propone que México deje de lado su pasado nacionalista e ingrese de una vez por todas a la Organización del Tratado del Atlántico del Norte (OTAN), alianza militar bajo la tutela de Estados Unidos. Así, argumenta el columnista, tendríamos derecho a pedir de manera inmediata la presencia de tropas estadunidenses.
Pero ya sabemos en qué terminan este tipo de propuestas. Unos meses después de que Carlos Salinas consiguiera su gran “éxito” histórico de ingresar a México en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, el país se hundió en una de las crisis económicas más grandes de la historia reciente. No vaya a ser que, de lograr el ingreso de México a la OTAN, nos salga de igual modo y nos lleve a la consolidación definitiva de un Narcoestado en nuestro país.
La solución a este grave problema no provendrá de fáciles estrategias mediáticas, “internacionalistas” o militares, ni mucho menos del sacrificio de nuestra soberanía, sino que se construiría a partir de una renovada voluntad política que recupere lo mejor de nuestra larga tradición de lucha ciudadana y debe partir de las exigencias actuales de transparencia, rendición de cuentas y de un compromiso irrestricto con los derechos humanos y el estado de derecho.
http://www.johnackerman.blogspot.com/
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