martes, 5 de octubre de 2010

Un danzón para la CFE

Dr. César Alvarez Pacheco
cesar_ap@hotmail.com
Termómetro
5 de octubre, 2010

A principios del presente año, la revista Nature Neuroscience publicó un artículo que intentaba proponer un mecanismo neuroquímico que explicara los efectos analgésicos de la acupuntura. El estudio realizado en ratones, mostraba que la inserción y rotación de agujas en el punto zusanli de la pata producía liberación de adenosina, una sustancia analgésica y que ésta disminuía el dolor crónico de los ratones. Algo similar sucedió al recibir el último recibo de luz que claramente sentí como el punto zusanli de varias regiones de mi organismo sufrían al sentir varias agujas tan sólo de la impresión y escepticismo con la que CFE cobra al consumidor sus altísimas tarifas por sus servicios -indispensables- para nosotros en estos áridos tiempos.
La calidad de vida se mide en varios factores y la electricidad, sin duda, es un rubro muy importante en cuestión de servicios públicos, debido al inclemente clima de nuestra región, causante de una estadística alta de deshidratación, enfermedades diarreicas, enfermedades de la piel, entre otras que, sin duda la población requiere de servicios de energía eléctrica no sólo para el aire acondicionado, sino que implica la conservación de alimentos y servicios básicos, como el alumbrado público en comunidades rurales alejadas, incluso para mantener al margen a dos que tres amantes de lo ajeno.
A lo largo de la historia, distintos grupos de investigación han querido conocer y explicar el estado de bienestar de las poblaciones; en las últimas décadas se ha producido un incremento progresivo de publicaciones sobre calidad de vida como una herramienta de medición de bienestar para la evaluación de los sistemas de salud, desde una perspectiva social. La OMS define calidad de vida en función de cómo el individuo «percibe el lugar que ocupa el entorno cultural y en el sistema de valores en el cual vive, en relación con los objetivos, criterios y expectativas; esto matizado con su salud física, su estado psicológico, su grado de independencia, sus relaciones sociales, los factores ambientales y creencias personales». Sin duda el clima extremoso de Sonora contribuye a alterar la calidad de vida, sobre todo de personas en el área rural, en sus diversos rubros, en donde este servicio es tan solicitado por los pobladores.
Las quejas en contra de los altísimos costos de la CFE (a la par de las que recibe el IMSS, por cierto) han sido un clamor constante, sobre todo en el verano, que es cuando más solicitamos sus servicios, sin embargo a su muy bajo juicio, los responsables de la misma no consideran el clima, cuotas, apoyos, regiones, etc., como si el calor fuese distinto de una región a otra en este desértico estado.
Recientemente, cerca de 2 mil pobladores de Guaymas y Empalme se manifestaron contra el alto costo en sus recibos; otros tantos más acudimos a las oficinas a verificar el estado de cuenta, para ver si realmente era lo consumido en un mes, dos o tres. Lo chusco de la situación fue que al acudir a las modernas, pero casi desoladas oficinas de la CFE ubicadas en Huatabampo, con un guardia y una persona encargada de intendencia que sirve como: gestora, orientadora y cajera a su vez (¿será por falta de recursos para la contratación de más personal para una adecuada atención de calidad? Lo dudo) acudió una persona a pagar su recibo ante la amenaza de corte y cerrazón del personal para conceder alguna prórroga para su pago, la persona sacó de su bolsillo un billete para colocarlo en uno de los 3 cajeros (el único disponible por cierto, ya que los otros se encuentran en reparación desde hace meses atrás) y ¡Oh sorpresa!, el moderno aparato no recibió el billete y a criterio del guardia fue «por que el billete era nuevo, y no aceptaba billetes nuevos». Es decir, todavía que los usuarios pagamos altísimos costos por la energía eléctrica tenemos que aguantar: la falta de servicios, la baja calidad de los mismos, los malos tratos al usuario, y cuidar de pagar con billetes no muy nuevos ni muy viejos por que el cajero ya no los recibirá; las largas colas porque sólo funciona un cajero y los otros se encuentran en reparación; la pobre explicación de los empleados y el pobre conocimiento de sus propias funciones.
Es inaceptable que el gobierno aún no haya hecho algún exhorto para la verificación o la auditoria de los tantísimos recursos que recibe la CFE mensualmente para tan pobre servicio o, al menos, solicitar la certificación ISO 9001 tan sonada en años anteriores, en lugar de fiscalizar a los usuarios. Se requiere redistribución y generación de energía a través de diversos mecanismos de ingeniería altamente factibles y sustentables en nuestra región, como instalación de turbinas vanguardistas en la presa por construir, o bien la infraestructura eólica, bastante factible en esta área del sur (pero algo costosa para su producción a decir de los que saben del tema).
La calidad de vida con sus diversas mediciones y sus factores que contribuyen a un bienestar social, va más allá de otorgar servicios públicos de calidad, atención eficiente y conocimiento del tema. Los subsidios mentales que nos generamos y resignamos cada vez que llega el recibo de luz, contribuye a un conflicto colectivo entre la población afectada que no queda de otra más que zapatear un Danzón en los billetes nuevos, maltratando a sor Juana Inés, Ignacio Zaragoza y hasta Diego Rivera, para hacerlos viejos y que así, los reciba el sofisticado y exigente cajero de la CFE de Huatabampo.
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