Raúl Arroyave Arango (MOIR)
Argenpress.info
miércoles 7 de abril de 2010
Introducción
“Una mentira repetida mil veces termina por convertirse en verdad”. Tal era el lema de propaganda de los nazis y tal el basamento de los ataques mediáticos con que la gran prensa moderna ha pretendido moldear la opinión pública mundial. La gran prensa es el cuarto poder, no sólo por todo lo que puede hacer en materia de desinformación, tergiversación, ocultamiento, manipulación, cortinas de humo y linchamiento mediático, sino porque de hecho, es propiedad de los grandes monopolios financieros ligados siempre al poder político que controla el Estado.
Sin rigor alguno y sin profundizar en los hechos, la difusión de las noticias, análisis y comentarios sobre los diversos acontecimientos mundiales está imbuida de una tremenda carga ideológica que la convierte en un fuerte instrumento de lucha en la actual geopolítica mundial. La elaboración noticiosa está a cargo de un puñado de agencias a nivel mundial por lo cual, en el mundo se sabe solamente lo que ellas digan. Se construye así la uniformidad del pensamiento que choca con toda la palabrería sobre la libertad de expresión y el acceso democrático a los medios masivos de comunicación. Cuando entidades como la SIP (sociedad Interamericana de Prensa) que agrupa a los grandes medios de comunicación del continente peroran sobre la libertad de expresión lo hacen es reclamando libertad para defender los intereses de los monopolios en cada país no para lograr una verdadera democratización de los medios de comunicación.
La primera sacrificada en toda guerra es la verdad. Lo que hoy se vive en el mundo es una feroz lucha por la hegemonía entre todos los grupos monopólicos. La ansiada supremacía unipolar del imperialismo norteamericano después de la guerra fría está siendo cuestionada en todas partes. Europa, China, Rusia, hasta el propio Japón, Brasil, India y otros países menores buscan su espacio bajo el sol. La intensidad de esta confrontación por el control de los mercados y las fuentes de materias primas se acrecienta por la guerra mediática que se convierte en preludio de futuras agresiones militares.
Algunos ejemplos
Las agencias de prensa internacional han lanzado una feroz campaña de desinformación y ataque contra todos los proyectos de izquierda en América Latina. Esta guerra mediática no ha escatimado esfuerzos ni se ha parado en procedimientos para lograr el propósito de desprestigiar y socavar a gobiernos que han cometido el crimen de seguir su rumbo histórico por fuera de los dictámenes imperiales de la Casa Blanca o de los monopolios Europeos y sus gobiernos de derecha.
Han fabricado en Venezuela a un Dictador sin importarles que Chávez ha ganado holgadamente y sin fraude, diez de las últimas once elecciones que allí se han convocado y han elevado a la categoría de detenciones políticas que atacan la liberad de expresión las decisiones judiciales contra personajes de la política y los medios, sin que interese que ellas se deben a concretas acusaciones de corrupción y malversación de fondos públicos, evasiones fiscales, calumnias y subversión del orden desde los medios de comunicación, hechos que contravienen las estipulaciones del código penal de Venezuela.
El Juez Baltasar Garzón se convirtió por un tiempo en el campeón de esa especie de Justicia Colonial en virtud de la cual, desde España se arrogaron la potestad de judicializar en el mundo entero a quien se les diera la gana. Pero la buena estrella del juez Garzón duró hasta que se atrevió a hurgar en la historia ibérica para destapar los crímenes cometidos por la dictadura franquista. El juez se transformó de ubicuo juzgador en reo común.
Hoy su lugar lo ocupa otro juez, Eloy Velasco a quien le ha dado por difundir la trama del acuerdo Chávez-Eta-Farc para poner a Venezuela en la picota mundial. Nada extraño si se tiene en cuenta que informes provenientes del Pentágono, la Casa Blanca y el Comando Sur dan cuenta de una Venezuela transformada en guarida de forajidos, en expedita ruta del narcotráfico y en el próximo país integrante del “Eje del mal” que amenaza la seguridad nacional de los Estados Unidos. ¿No es todo esto el prolegómeno de una invasión? Es decir, ¿Una “dictadura” que “concentra” los poderes, que “persigue” opositores, que “ataca” la libertad de expresión y que además se “junta” con terroristas, los “oculta” en su territorio y “favorece” al narcotráfico, no merece ser derrocada por la fuerza? ¿Y ese derrocamiento no es mucho más necesario si resulta que esa “dictadura” se asienta en un territorio rico en petróleo y minerales estratégicos?
Estados Unidos invadió a Irak después de mentir ante la ONU y el mundo entero sobre el arsenal de armas de destrucción masiva. Hablaron de implantar en ese país una democracia al estilo occidental pero sólo bastó que las recientes elecciones fueran ganadas por la oposición para que procedieran a desconocerlas. Hablan de aislar a Irán por su proyecto nuclear, pero silencian que países amigos de Estados Unidos, como Pakistán a Israel son potencias nucleares y que en este último, el científico nuclear Mordekai Wanunu que divulgó el secreto paga una condena de 18 años por hacer esta revelación, sin que ninguna agencia noticiosa del mundo imperialista hable de sus derechos humanos.
La hipocresía de las agencias de prensa imperialistas sobre las reelecciones presidenciales no tiene nombre. Machacan una y otra vez en las de Chávez, pero guardaron prudente silencio sobre la de Uribe Vélez y callaron cómplices hasta que estuvo a punto de conquistar la segunda. Sin embargo olvidan al presidente Karzai de Afganistán que fue reelegido como candidato único después del retiro de su contendor por fraude electoral y las sucesivas reelecciones por 28 años de Hosni Mubarak en Egipto y por 22 años de Zine El-Abdine Ben Ali en Túnez, leales aliados incondicionales de Estados Unidos.
La última gran ofensiva mediática de las agencias noticiosas imperialistas tiene que ver con las huelgas de hambre en Cuba. Al unísono salieron a respaldarlas tanto desde Estados Unidos como de Europa, estatuyéndolas, sin un mínimo de rigurosidad, como de presos políticos. El difunto Orlando Zapata es un delincuente común venido a más por la manipulación mediática y Guillermo Fariñas es un disidente que no está preso y hace la huelga de hambre desde su casa.
Todos a una, en tremendo coro, le exigen a Cuba la libertad de los presos políticos y el respeto a los derechos humanos. Esas agencias de noticias y esos medios son los mismos que han silenciado la presencia del terrorista prófugo Posada Carriles en Estados Unidos, autor de la voladura en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación que mató a 73 civiles; que han callado sobre los horrores gringos en Guantánamo y Abu Ghraib; los que no han dicho palabra alguna sobre las 17 veces que la ONU ha votado para que cese el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba; que no han visto las 10 veces que ha votado la ONU para que Israel cese sus violentas agresiones y desalojos contra el pueblo palestino; que les parece legítimo que Estados Unidos gaste más de 80 millones de dólares al año promoviendo desde Miami Radio y TV Martí para subvertir a Cuba y que la agencia gringa para el desarrollo, la USAID, gaste en Venezuela más de 15 millones de dólares al año promoviendo la insurrección de los grupos estudiantiles contra el legítimo gobierno Chávez.
A propósito de la “libertad” en Internet
Lo primero que debe recordarse es que el Internet es un descubrimiento tecnológico norteamericano de hace 40 años. Lo que empezó como una necesidad en las comunicaciones del complejo militar-industrial estadounidense, en prevención de un ataque nuclear, devino en un invento de uso comercial bajo el control de los Estados Unidos. La legislación ha sido elevada para considerarlo un recurso estratégico al igual que la tierra, el mar, el aire, el espacio sideral y el espectro electromagnético y las aparentemente “inofensivas” redes sociales como Facebook, YouTube, Flicker y Twitter han sido declaradas por el Secretario de Defensa Bob Gates como activos estratégicos de gran importancia.
De Twitter afirma su dueño Biz Stone que tiene tres metas ”Ayudar en algo a cambiar el mundo, hacer buenos negocios y divertirnos mucho”, pero, más allá de la aparente inocencia, estas redes han sido utilizadas para desestabilizar a los países que se niegan a seguir los dictámenes de Washington. Así ocurrió en Ukrania con la revolución naranja, en Moldavia cuando los gringos decidieron desconocer unos resultados electorales, en Irán donde promovieron la insurrección contra el gobierno desconociendo las pasadas elecciones de mitad de 2009 y en China país contra el cual han decidido desplegar abierta ciberguerra para doblegarlo y someterlo a sus designios.
El Internet es usado por Estados Unidos para hacer espionaje financiero y militar y para desarrollar sabotajes a las comunicaciones de países rivales. Además, controla hegemónicamente los millones de DNS, dominios de nombre de servidores de Internet que pueden ser borrados o bloqueados a su antojo. Esto explica la cerrada oposición gringa a que el Internet sea administrado por un organismo multinacional independiente o por las propias Naciones Unidas como un patrimonio de la humanidad.
Así como la Internet puede servir para difundir en tiempo real noticias o rumores, asimismo, la información que allí se compendia puede ser manipulada con fines políticos y propagandísticos. Tal es el caso de Wikipedia, la enciclopedia más famosa en la red, en la cual, cualquier persona puede agregar información editando los artículos. Se ha probado que desde ordenadores de la CIA y el FBI han incursionado en los artículos de Wikipedia para editarlos, matizarlos, o abiertamente desnaturalizarlos sobre temas sensibles para la imagen de los Estados Unidos.
En este marco hay que analizar las actuales confrontaciones de China con el motor de búsqueda Google. La cuestión está en que la proliferación de mentiras en Internet alcanza velocidades de vértigo y en que no se puede controlar en Internet esta tendencia hacia la mentira y la manipulación. En últimas, nadie es responsable por lo que allí aparece. Aparece así otro frente de lucha por la defensa de la soberanía nacional. Ella tendrá que ser defendida no sólo contra el tradicional neocolonialismo militar o económico, sino contra el más sutil pero no por ello menos abrumador colonialismo informático.
Por ahora, sólo una potencia como China poseedora de más de 800 mil millones de dólares de deuda norteamericana puede plantear tal desafío a la hegemonía norteamericana, pero, más temprano que tarde, los demás países deberán adoptar medidas semejantes.
Los chinos, con razón, consideran que deben limitar cualquier contenido que dañe la seguridad nacional o los intereses sociales. Por ello, permitieron el ingreso de Google en el año 2004 con la condición de censurar el acceso a páginas pornográficas y a las páginas de las redes Facebook, Twitter, YouTube, Google Docs y Blogger, así como bloquear versiones sobre los sucesos de la plaza de Tien Anmen en 1989 y el aliento a las pretensiones separatistas de las provincias chinas del Tibet y Xinjiang.
Las cosas están amenazando con tomar ribetes mayores. Estados Unidos se ha declarado decepcionado por los hechos y ha amenazado con denunciar a China ante la OMC por el caso Google por considerarlo violatorio del libre comercio. El doble juego de Estados Unidos hacia China tiene que ver, de una parte, con la cautela con que debe tratar a uno de los más poderosos poseedores de títulos de deuda y de otra, con las ancestrales pretensiones imperialistas de mantener su hegemonía en la cuenca del pacífico vendiendo armas a Taiwán, promoviendo el separatismo de las provincias chinas, alentando con reuniones bilaterales la insubordinación del Dalai Lama y elevando los aranceles a los neumáticos y derivados de acero provenientes de China. Aun así, sin embargo, los chinos le han dicho a Google que tiene que cumplir las leyes chinas y para menguar su arrogancia han respondido que "En el pasado, Internet en China se ha desarrollado muy bien sin Google y los internautas chinos podrán seguir en línea sin Google", rematando que "El planeta no dejará de girar porque Google se vaya".
Raúl Arroyave Arango es Director Dpto. Relaciones Internacionales CUT.
Argenpress.info
miércoles 7 de abril de 2010
Introducción
“Una mentira repetida mil veces termina por convertirse en verdad”. Tal era el lema de propaganda de los nazis y tal el basamento de los ataques mediáticos con que la gran prensa moderna ha pretendido moldear la opinión pública mundial. La gran prensa es el cuarto poder, no sólo por todo lo que puede hacer en materia de desinformación, tergiversación, ocultamiento, manipulación, cortinas de humo y linchamiento mediático, sino porque de hecho, es propiedad de los grandes monopolios financieros ligados siempre al poder político que controla el Estado.
Sin rigor alguno y sin profundizar en los hechos, la difusión de las noticias, análisis y comentarios sobre los diversos acontecimientos mundiales está imbuida de una tremenda carga ideológica que la convierte en un fuerte instrumento de lucha en la actual geopolítica mundial. La elaboración noticiosa está a cargo de un puñado de agencias a nivel mundial por lo cual, en el mundo se sabe solamente lo que ellas digan. Se construye así la uniformidad del pensamiento que choca con toda la palabrería sobre la libertad de expresión y el acceso democrático a los medios masivos de comunicación. Cuando entidades como la SIP (sociedad Interamericana de Prensa) que agrupa a los grandes medios de comunicación del continente peroran sobre la libertad de expresión lo hacen es reclamando libertad para defender los intereses de los monopolios en cada país no para lograr una verdadera democratización de los medios de comunicación.
La primera sacrificada en toda guerra es la verdad. Lo que hoy se vive en el mundo es una feroz lucha por la hegemonía entre todos los grupos monopólicos. La ansiada supremacía unipolar del imperialismo norteamericano después de la guerra fría está siendo cuestionada en todas partes. Europa, China, Rusia, hasta el propio Japón, Brasil, India y otros países menores buscan su espacio bajo el sol. La intensidad de esta confrontación por el control de los mercados y las fuentes de materias primas se acrecienta por la guerra mediática que se convierte en preludio de futuras agresiones militares.
Algunos ejemplos
Las agencias de prensa internacional han lanzado una feroz campaña de desinformación y ataque contra todos los proyectos de izquierda en América Latina. Esta guerra mediática no ha escatimado esfuerzos ni se ha parado en procedimientos para lograr el propósito de desprestigiar y socavar a gobiernos que han cometido el crimen de seguir su rumbo histórico por fuera de los dictámenes imperiales de la Casa Blanca o de los monopolios Europeos y sus gobiernos de derecha.
Han fabricado en Venezuela a un Dictador sin importarles que Chávez ha ganado holgadamente y sin fraude, diez de las últimas once elecciones que allí se han convocado y han elevado a la categoría de detenciones políticas que atacan la liberad de expresión las decisiones judiciales contra personajes de la política y los medios, sin que interese que ellas se deben a concretas acusaciones de corrupción y malversación de fondos públicos, evasiones fiscales, calumnias y subversión del orden desde los medios de comunicación, hechos que contravienen las estipulaciones del código penal de Venezuela.
El Juez Baltasar Garzón se convirtió por un tiempo en el campeón de esa especie de Justicia Colonial en virtud de la cual, desde España se arrogaron la potestad de judicializar en el mundo entero a quien se les diera la gana. Pero la buena estrella del juez Garzón duró hasta que se atrevió a hurgar en la historia ibérica para destapar los crímenes cometidos por la dictadura franquista. El juez se transformó de ubicuo juzgador en reo común.
Hoy su lugar lo ocupa otro juez, Eloy Velasco a quien le ha dado por difundir la trama del acuerdo Chávez-Eta-Farc para poner a Venezuela en la picota mundial. Nada extraño si se tiene en cuenta que informes provenientes del Pentágono, la Casa Blanca y el Comando Sur dan cuenta de una Venezuela transformada en guarida de forajidos, en expedita ruta del narcotráfico y en el próximo país integrante del “Eje del mal” que amenaza la seguridad nacional de los Estados Unidos. ¿No es todo esto el prolegómeno de una invasión? Es decir, ¿Una “dictadura” que “concentra” los poderes, que “persigue” opositores, que “ataca” la libertad de expresión y que además se “junta” con terroristas, los “oculta” en su territorio y “favorece” al narcotráfico, no merece ser derrocada por la fuerza? ¿Y ese derrocamiento no es mucho más necesario si resulta que esa “dictadura” se asienta en un territorio rico en petróleo y minerales estratégicos?
Estados Unidos invadió a Irak después de mentir ante la ONU y el mundo entero sobre el arsenal de armas de destrucción masiva. Hablaron de implantar en ese país una democracia al estilo occidental pero sólo bastó que las recientes elecciones fueran ganadas por la oposición para que procedieran a desconocerlas. Hablan de aislar a Irán por su proyecto nuclear, pero silencian que países amigos de Estados Unidos, como Pakistán a Israel son potencias nucleares y que en este último, el científico nuclear Mordekai Wanunu que divulgó el secreto paga una condena de 18 años por hacer esta revelación, sin que ninguna agencia noticiosa del mundo imperialista hable de sus derechos humanos.
La hipocresía de las agencias de prensa imperialistas sobre las reelecciones presidenciales no tiene nombre. Machacan una y otra vez en las de Chávez, pero guardaron prudente silencio sobre la de Uribe Vélez y callaron cómplices hasta que estuvo a punto de conquistar la segunda. Sin embargo olvidan al presidente Karzai de Afganistán que fue reelegido como candidato único después del retiro de su contendor por fraude electoral y las sucesivas reelecciones por 28 años de Hosni Mubarak en Egipto y por 22 años de Zine El-Abdine Ben Ali en Túnez, leales aliados incondicionales de Estados Unidos.
La última gran ofensiva mediática de las agencias noticiosas imperialistas tiene que ver con las huelgas de hambre en Cuba. Al unísono salieron a respaldarlas tanto desde Estados Unidos como de Europa, estatuyéndolas, sin un mínimo de rigurosidad, como de presos políticos. El difunto Orlando Zapata es un delincuente común venido a más por la manipulación mediática y Guillermo Fariñas es un disidente que no está preso y hace la huelga de hambre desde su casa.
Todos a una, en tremendo coro, le exigen a Cuba la libertad de los presos políticos y el respeto a los derechos humanos. Esas agencias de noticias y esos medios son los mismos que han silenciado la presencia del terrorista prófugo Posada Carriles en Estados Unidos, autor de la voladura en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación que mató a 73 civiles; que han callado sobre los horrores gringos en Guantánamo y Abu Ghraib; los que no han dicho palabra alguna sobre las 17 veces que la ONU ha votado para que cese el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba; que no han visto las 10 veces que ha votado la ONU para que Israel cese sus violentas agresiones y desalojos contra el pueblo palestino; que les parece legítimo que Estados Unidos gaste más de 80 millones de dólares al año promoviendo desde Miami Radio y TV Martí para subvertir a Cuba y que la agencia gringa para el desarrollo, la USAID, gaste en Venezuela más de 15 millones de dólares al año promoviendo la insurrección de los grupos estudiantiles contra el legítimo gobierno Chávez.
A propósito de la “libertad” en Internet
Lo primero que debe recordarse es que el Internet es un descubrimiento tecnológico norteamericano de hace 40 años. Lo que empezó como una necesidad en las comunicaciones del complejo militar-industrial estadounidense, en prevención de un ataque nuclear, devino en un invento de uso comercial bajo el control de los Estados Unidos. La legislación ha sido elevada para considerarlo un recurso estratégico al igual que la tierra, el mar, el aire, el espacio sideral y el espectro electromagnético y las aparentemente “inofensivas” redes sociales como Facebook, YouTube, Flicker y Twitter han sido declaradas por el Secretario de Defensa Bob Gates como activos estratégicos de gran importancia.
De Twitter afirma su dueño Biz Stone que tiene tres metas ”Ayudar en algo a cambiar el mundo, hacer buenos negocios y divertirnos mucho”, pero, más allá de la aparente inocencia, estas redes han sido utilizadas para desestabilizar a los países que se niegan a seguir los dictámenes de Washington. Así ocurrió en Ukrania con la revolución naranja, en Moldavia cuando los gringos decidieron desconocer unos resultados electorales, en Irán donde promovieron la insurrección contra el gobierno desconociendo las pasadas elecciones de mitad de 2009 y en China país contra el cual han decidido desplegar abierta ciberguerra para doblegarlo y someterlo a sus designios.
El Internet es usado por Estados Unidos para hacer espionaje financiero y militar y para desarrollar sabotajes a las comunicaciones de países rivales. Además, controla hegemónicamente los millones de DNS, dominios de nombre de servidores de Internet que pueden ser borrados o bloqueados a su antojo. Esto explica la cerrada oposición gringa a que el Internet sea administrado por un organismo multinacional independiente o por las propias Naciones Unidas como un patrimonio de la humanidad.
Así como la Internet puede servir para difundir en tiempo real noticias o rumores, asimismo, la información que allí se compendia puede ser manipulada con fines políticos y propagandísticos. Tal es el caso de Wikipedia, la enciclopedia más famosa en la red, en la cual, cualquier persona puede agregar información editando los artículos. Se ha probado que desde ordenadores de la CIA y el FBI han incursionado en los artículos de Wikipedia para editarlos, matizarlos, o abiertamente desnaturalizarlos sobre temas sensibles para la imagen de los Estados Unidos.
En este marco hay que analizar las actuales confrontaciones de China con el motor de búsqueda Google. La cuestión está en que la proliferación de mentiras en Internet alcanza velocidades de vértigo y en que no se puede controlar en Internet esta tendencia hacia la mentira y la manipulación. En últimas, nadie es responsable por lo que allí aparece. Aparece así otro frente de lucha por la defensa de la soberanía nacional. Ella tendrá que ser defendida no sólo contra el tradicional neocolonialismo militar o económico, sino contra el más sutil pero no por ello menos abrumador colonialismo informático.
Por ahora, sólo una potencia como China poseedora de más de 800 mil millones de dólares de deuda norteamericana puede plantear tal desafío a la hegemonía norteamericana, pero, más temprano que tarde, los demás países deberán adoptar medidas semejantes.
Los chinos, con razón, consideran que deben limitar cualquier contenido que dañe la seguridad nacional o los intereses sociales. Por ello, permitieron el ingreso de Google en el año 2004 con la condición de censurar el acceso a páginas pornográficas y a las páginas de las redes Facebook, Twitter, YouTube, Google Docs y Blogger, así como bloquear versiones sobre los sucesos de la plaza de Tien Anmen en 1989 y el aliento a las pretensiones separatistas de las provincias chinas del Tibet y Xinjiang.
Las cosas están amenazando con tomar ribetes mayores. Estados Unidos se ha declarado decepcionado por los hechos y ha amenazado con denunciar a China ante la OMC por el caso Google por considerarlo violatorio del libre comercio. El doble juego de Estados Unidos hacia China tiene que ver, de una parte, con la cautela con que debe tratar a uno de los más poderosos poseedores de títulos de deuda y de otra, con las ancestrales pretensiones imperialistas de mantener su hegemonía en la cuenca del pacífico vendiendo armas a Taiwán, promoviendo el separatismo de las provincias chinas, alentando con reuniones bilaterales la insubordinación del Dalai Lama y elevando los aranceles a los neumáticos y derivados de acero provenientes de China. Aun así, sin embargo, los chinos le han dicho a Google que tiene que cumplir las leyes chinas y para menguar su arrogancia han respondido que "En el pasado, Internet en China se ha desarrollado muy bien sin Google y los internautas chinos podrán seguir en línea sin Google", rematando que "El planeta no dejará de girar porque Google se vaya".
Raúl Arroyave Arango es Director Dpto. Relaciones Internacionales CUT.
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