Alejandra Barrales Opinión
La Crónica de Hoy
Lunes 31 de Mayo, 2010
La movilización sindical en el país hoy es cuestionada, el sindicalismo vive un proceso que necesariamente requiere su modernización, pero lo que no se puede negar desde ningún punto de vista es el derecho de los trabajadores de organizarse y defenderse.
La organización sindical persigue los objetivos más nobles con la clase trabajadora, el país cuenta con una Ley Federal del Trabajo que no le gusta al empresariado ni a quienes hoy ocupan el gobierno federal que están empeñados en reducir al mínimo la responsabilidad con sus empleados, pero el marco legal vigente es garante de los derechos del sector obrero.
Con un acto de autoridad, al margen de la ley, el gobierno federal en octubre de 2009 decidió disolver, por medio de un decreto, a Luz y Fuerza del Centro y mandar a la calle a 44 mil trabajadores, golpeando al Sindicato Mexicano de Electricistas, uno de los más combativos que se tienen en el país.
El tiempo pasa y siguen sin empleo, porque lo que era su fuente de trabajo ha sido ocupada con deficiencias por otros, y sólo han encontrado oídos sordos de la autoridad a su demanda. No hay mesas de negociación, no tienen el menor interés de resolver la situación de los trabajadores, así que hace más de un mes, un grupo de electricistas está en huelga de hambre en el Zócalo frente a Palacio Nacional, donde nadie se inmuta. No es posible tanta indiferencia por parte de quienes hoy despachan en el ámbito federal.
Pero una de las características de los movimientos sindicales es la simpatía que genera entre la sociedad, con organizaciones sociales, es un proceso solidario producto del sentido y compromiso social con los trabajadores.
Hablar de la defensa de los trabajadores, de la solidaridad, de la corresponsabilidad, en tiempos de neoliberalismo y globalización es manejar conceptos vetados, pero en un país con la mitad de la población sumergida en la pobreza, luchar por nuestros derechos es una obligación.
* Coordinadora del PRD en la ALDF
Fuente
La Crónica de Hoy
Lunes 31 de Mayo, 2010
La movilización sindical en el país hoy es cuestionada, el sindicalismo vive un proceso que necesariamente requiere su modernización, pero lo que no se puede negar desde ningún punto de vista es el derecho de los trabajadores de organizarse y defenderse.
La organización sindical persigue los objetivos más nobles con la clase trabajadora, el país cuenta con una Ley Federal del Trabajo que no le gusta al empresariado ni a quienes hoy ocupan el gobierno federal que están empeñados en reducir al mínimo la responsabilidad con sus empleados, pero el marco legal vigente es garante de los derechos del sector obrero.
Con un acto de autoridad, al margen de la ley, el gobierno federal en octubre de 2009 decidió disolver, por medio de un decreto, a Luz y Fuerza del Centro y mandar a la calle a 44 mil trabajadores, golpeando al Sindicato Mexicano de Electricistas, uno de los más combativos que se tienen en el país.
El tiempo pasa y siguen sin empleo, porque lo que era su fuente de trabajo ha sido ocupada con deficiencias por otros, y sólo han encontrado oídos sordos de la autoridad a su demanda. No hay mesas de negociación, no tienen el menor interés de resolver la situación de los trabajadores, así que hace más de un mes, un grupo de electricistas está en huelga de hambre en el Zócalo frente a Palacio Nacional, donde nadie se inmuta. No es posible tanta indiferencia por parte de quienes hoy despachan en el ámbito federal.
Pero una de las características de los movimientos sindicales es la simpatía que genera entre la sociedad, con organizaciones sociales, es un proceso solidario producto del sentido y compromiso social con los trabajadores.
Hablar de la defensa de los trabajadores, de la solidaridad, de la corresponsabilidad, en tiempos de neoliberalismo y globalización es manejar conceptos vetados, pero en un país con la mitad de la población sumergida en la pobreza, luchar por nuestros derechos es una obligación.
* Coordinadora del PRD en la ALDF
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