Antonio Gershenson
La Jornada
31 de Enero del 2010
Los apagones y daños asociados pusieron de manifiesto problemas de más fondo. Al gobierno federal se le hizo fácil extinguir” a Luz y Fuerza del Centro (LFC), sin que le importara que una serie de funciones que realizaba no quedarían cubiertas.
Lo que más puso en evidencia la existencia de estos problemas fue la cadena, o la serie de apagones que se iniciaron en la mayoría de los casos el viernes 17 de enero. En algunos casos empezaron antes. Por los más diversos rumbos de la ciudad de México y sus alrededores, empezaron los apagones, que en el mejor de los casos duraron varias horas, y en otros seguían el día siguiente, e incluso más.
Fue evidente la relación entre los fuertes vientos y las fallas que se presentaron. Pero en años anteriores estos vientos no habían causado tanto daño, ni comparación. Fue señalado el hecho de que la Comisión Federal de Electricidad (CFE), oficialmente a cargo de la zona que dejó al descubierto la liquidación de LFC, no había llevado a cabo la labor de poda de ramas en los alrededores de los cables, en especial los de transmisión. Antes, LFC realizaba esa poda, de común acuerdo con las delegaciones en el caso del DF.
La zona central usa para una parte de su transmisión cables –generalmente son tres cables paralelos– que llevan la electricidad a 23 mil voltios. A tensiones de ese nivel y más altos, no se usan los aislantes que conocemos, que envuelven a los cables de tensiones más bajas, esos “forros” no resisten la alta tensión entre cables, lo que se usa es una separación con aisladores de vidrio o algún otro material resistente y aislante al mismo tiempo, y que mantienen separados a los cables, en especial a los tres que van paralelos, entre sí. Generalmente van a 10 metros de altura. También puede haber problemas si se unen cables de distribución, más bajos.
Las ráfagas de viento pueden trastornar este sistema, sobre todo si hay ramas cercanas que, con el viento, empujan un cable contra el otro. De modo que la falta de cuidado de ramas y árboles puede llevar a accidentes serios, e incluso a la caída de árboles enteros, como sucedió también en este caso.
En una parte amplia de Azcapotzalco, no sólo duró varios días la falta de energía, sino que se afectó seriamente el sistema de agua, cuyo bombeo requiere electricidad, y ésta también faltó. Quienes fueron de parte de la CFE no sabían cómo arreglar las fallas: por ejemplo, sustituían un transformador y luego lo tenían que volver a cambiar porque no regresaba la luz, o regresaba sólo momentáneamente.
También en varias colonias del DF y ciudades y colonias del estado de México, tuvieron problemas durante varios días. Además de los apagones, los cambios de tensión dañaron aparatos domésticos, otros equipos, y unidades del alumbrado público.
En los siguientes días, los apagones se han seguido dando, incluso en colonias relativamente céntricas. Hubo casos incluso en el Paseo de la Reforma.
La CFE no ha continuado obras de las que llevaba a cabo LFC. Además del mencionado asunto de la poda, trabajos de electrificación y otros no se llevan a cabo. Así como lo de la poda se puso en evidencia con los apagones, es difícil saber cuándo sucederá lo mismo con las obras interrumpidas al liquidarse LFC. También faltan equipos y refacciones.
No se trata sólo de lo que no saben hacer los de CFE o de las empresas de fuera que ésta contrató. Hay funcionarios de la CFE que no quieren firmar nada, tal vez para no mostrar que están sustituyendo a LFC y que, por lo tanto, como patrón sustituto, deben asumir sus obligaciones hacia los trabajadores a los que, de hecho, despidieron.
La CFE y las empresas que contrató se dedican, por lo visto, a reparar, a reponer la luz donde se va, y no siempre muy aprisa. En algunos casos cambian cable muy viejo o dañado. Pero no se ve que cumplan otras funciones que llevaba a cabo LFC, necesarias para el mantenimiento de la red y su conservación. Esto implica un deterioro creciente, y por lo mismo un aumento a los riesgos de nuevos apagones y daños a aparatos eléctricos, no sólo de los usuarios sino, como vimos, del sistema de bombeo de agua y otros.
El Metro tiene su propio equipo de mantenimiento. Pero si al Metro le deja de llegar electricidad, pues se para, ya nos ha pasado. Pero se pedía la atención urgente de LFC, y ésta, aunque se tardara unas horas, restablecía la energía. Ahora fue el bombeo de agua en Azcapotzalco. ¿Adónde será la siguiente vez, otra vez sin LFC?
gershen@servidor.unam.mx
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La Jornada
31 de Enero del 2010
Los apagones y daños asociados pusieron de manifiesto problemas de más fondo. Al gobierno federal se le hizo fácil extinguir” a Luz y Fuerza del Centro (LFC), sin que le importara que una serie de funciones que realizaba no quedarían cubiertas.
Lo que más puso en evidencia la existencia de estos problemas fue la cadena, o la serie de apagones que se iniciaron en la mayoría de los casos el viernes 17 de enero. En algunos casos empezaron antes. Por los más diversos rumbos de la ciudad de México y sus alrededores, empezaron los apagones, que en el mejor de los casos duraron varias horas, y en otros seguían el día siguiente, e incluso más.
Fue evidente la relación entre los fuertes vientos y las fallas que se presentaron. Pero en años anteriores estos vientos no habían causado tanto daño, ni comparación. Fue señalado el hecho de que la Comisión Federal de Electricidad (CFE), oficialmente a cargo de la zona que dejó al descubierto la liquidación de LFC, no había llevado a cabo la labor de poda de ramas en los alrededores de los cables, en especial los de transmisión. Antes, LFC realizaba esa poda, de común acuerdo con las delegaciones en el caso del DF.
La zona central usa para una parte de su transmisión cables –generalmente son tres cables paralelos– que llevan la electricidad a 23 mil voltios. A tensiones de ese nivel y más altos, no se usan los aislantes que conocemos, que envuelven a los cables de tensiones más bajas, esos “forros” no resisten la alta tensión entre cables, lo que se usa es una separación con aisladores de vidrio o algún otro material resistente y aislante al mismo tiempo, y que mantienen separados a los cables, en especial a los tres que van paralelos, entre sí. Generalmente van a 10 metros de altura. También puede haber problemas si se unen cables de distribución, más bajos.
Las ráfagas de viento pueden trastornar este sistema, sobre todo si hay ramas cercanas que, con el viento, empujan un cable contra el otro. De modo que la falta de cuidado de ramas y árboles puede llevar a accidentes serios, e incluso a la caída de árboles enteros, como sucedió también en este caso.
En una parte amplia de Azcapotzalco, no sólo duró varios días la falta de energía, sino que se afectó seriamente el sistema de agua, cuyo bombeo requiere electricidad, y ésta también faltó. Quienes fueron de parte de la CFE no sabían cómo arreglar las fallas: por ejemplo, sustituían un transformador y luego lo tenían que volver a cambiar porque no regresaba la luz, o regresaba sólo momentáneamente.
También en varias colonias del DF y ciudades y colonias del estado de México, tuvieron problemas durante varios días. Además de los apagones, los cambios de tensión dañaron aparatos domésticos, otros equipos, y unidades del alumbrado público.
En los siguientes días, los apagones se han seguido dando, incluso en colonias relativamente céntricas. Hubo casos incluso en el Paseo de la Reforma.
La CFE no ha continuado obras de las que llevaba a cabo LFC. Además del mencionado asunto de la poda, trabajos de electrificación y otros no se llevan a cabo. Así como lo de la poda se puso en evidencia con los apagones, es difícil saber cuándo sucederá lo mismo con las obras interrumpidas al liquidarse LFC. También faltan equipos y refacciones.
No se trata sólo de lo que no saben hacer los de CFE o de las empresas de fuera que ésta contrató. Hay funcionarios de la CFE que no quieren firmar nada, tal vez para no mostrar que están sustituyendo a LFC y que, por lo tanto, como patrón sustituto, deben asumir sus obligaciones hacia los trabajadores a los que, de hecho, despidieron.
La CFE y las empresas que contrató se dedican, por lo visto, a reparar, a reponer la luz donde se va, y no siempre muy aprisa. En algunos casos cambian cable muy viejo o dañado. Pero no se ve que cumplan otras funciones que llevaba a cabo LFC, necesarias para el mantenimiento de la red y su conservación. Esto implica un deterioro creciente, y por lo mismo un aumento a los riesgos de nuevos apagones y daños a aparatos eléctricos, no sólo de los usuarios sino, como vimos, del sistema de bombeo de agua y otros.
El Metro tiene su propio equipo de mantenimiento. Pero si al Metro le deja de llegar electricidad, pues se para, ya nos ha pasado. Pero se pedía la atención urgente de LFC, y ésta, aunque se tardara unas horas, restablecía la energía. Ahora fue el bombeo de agua en Azcapotzalco. ¿Adónde será la siguiente vez, otra vez sin LFC?
gershen@servidor.unam.mx
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