jueves, 11 de febrero de 2010

Un gobierno impotente

Jorge Ramos
Impre.com
2010-02-11

La reciente masacre en Ciudad Juárez indica claramente que el actual gobierno de México no puede actuar solo. Hay un enorme vacío de autoridad que, bala a bala, han ido llenando los narcotraficantes.
El incidente del pasado 31 de enero muestra la impunidad absoluta con que actúan los narcos en Juárez. Cerraron una calle en Villas de Salvarcar, dispararon contra tres casas, se metieron a una, acorralaron a los hombres en el patio y, luego, siete sicarios armados mataron a 15 personas, la mayoría estudiantes. Así terminó una fiesta de cumpleaños.
¿Y la policía? ¿Y el ejército? Bien, gracias. Llegaron finalmente ... después de la masacre.
"¿Para qué los queremos aquí presumiendo sus armas?’’ dijo a la prensa la madre de uno de los estudiantes asesinados. "No estuvieron cuando los necesitamos; que se larguen y nos dejen en paz".
La realidad es que los 16,000 soldados y policías que supuestamente protegen a Ciudad Juárez tampoco pueden resolver el asunto. El año pasado los narcos mataron ahí a unas 2,650 personas, según cálculos de la agencia de noticias Reuters. (Más de siete por día.) Y en lo que va de este año ya van 230 muertos (según el canal de televisión CNN).
Eso, en cualquiera otra parte del mundo, hubiera generado protestas multitudinarias para exigir la renuncia, por ineficaces, del alcalde, del gobernador y hasta del presidente de la república. Pero todos esos señores siguen en sus puestos.
Grupos de ciudadanos están solicitando a la Organización de Naciones Unidas (ONU) que envíe a sus soldados, los Cascos Azules, a patrullar Ciudad Juárez. Es su último recurso. Pero tanto el presidente Felipe Calderón, como el alcalde de Juárez, José Reyes, se oponen. ¿Qué proponen entonces?
Este rechazo a pedir ayuda del exterior es típico de los políticos mexicanos. La negativa a siquiera explorar la posibilidad de la presencia de soldados de la ONU en Juárez me recuerda al ex presidente Miguel de la Madrid cuando se negó a aceptar ayuda del exterior en las primeras horas que siguieron al terremoto de 1985. El resultado de esas negativas se mide en muertes, muchas muertes.
Calderón ha brillado por su ausencia en Juárez. Ha ido dos veces en dos años y sólo por unas horas. La última matanza lo sorprendió en Japón. Pero el gobierno está tan acostumbrado a tantos asesinatos que el presidente no consideró necesario recortar su viaje y regresar al país para enfrentar esta crisis.
¿Cuántos muertos se necesitan para que el presidente considere que se trata de una verdadera emergencia? Quince en una casa, obviamente, no fueron suficientes.
"Esa ola de violencia está invariablemente asociada a una realidad de México", dijo Calderón desde Tokio, "que estamos justo al lado del consumidor de drogas más grande del mundo (y que) no tiene el menor empacho de vender hacia nuestro país todas las armas que puede".
Es cierto. Mientras haya consumidores de drogas en Estados Unidos habrá narcotraficantes en México. Pero echarle la culpa a Estados Unidos no resuelve la violenta situación en Ciudad Juárez. La realidad es que el gobierno mexicano no puede garantizar la vida de sus ciudadanos. Y eso es poco gobierno.
Por eso el debate sobre el "Estado fallido" se publica en las páginas de los diarios y la Internet. Si el Estado no ha fallado, entonces que lo demuestre, garantizando lo mínimo necesario a los mexicanos: la vida.
Las cosas están empeorando. Enero fue el mes más violento que recuerde México, con 933 asesinatos vinculados al narco, según la agencia española de noticias EFE. Y febrero ya huele mal.
La última vez que estuve en Ciudad Juárez la gente me decía que prefería quedarse en su casa para evitar la violencia. Pero ya ni eso sirve. Lo único seguro es que pronto habrá otra matanza, y luego otra más...

Jorge Ramos es el conductor del Noticiero Univision.
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