miércoles, 10 de febrero de 2010

CFE ¿a quién echarle la culpa?

Samuel García
El Observador
Milenio.com
2010-02-10

Recomendarvotar ahoraHoy se cumplen cuatro meses desde que el gobierno anunció su determinación de extinguir Luz y Fuerza del Centro, sin duda la medida económica más significativa tomada por el presidente Felipe Calderón en lo que va de su gobierno.
Sigo pensando, como lo he dicho en este espacio desde aquella fecha, que la decisión tomada fue la correcta. Pero también creo que en el afán de buscar apoyos a la medida, el gobierno nos sobrevendió a una Compañía Federal de Electricidad que está muy lejos de ser la empresa eficiente y competitiva que se nos dijo hasta la saciedad a través de miles de spots de radio y televisión.
Sí, CFE era mejor que Luz y Fuerza del Centro, porque ésta última no podía ser peor en cualquiera de sus coeficientes de comparación internacional. Sin embargo, no se nos puede olvidar que para los millones de usuarios del servicio en el país, la energía eléctrica en México es cara y de baja calidad. Allí están las comparaciones y los diversos rankings internacionales que lo gritan periódicamente.
Por lo pronto, a cuatro meses de distancia de aquella trascendente decisión del gobierno federal continúan, como siempre, los apagones y las variaciones de voltaje en prácticamente todas las zonas de la Ciudad de México. Para no ir más lejos, anteayer tuve que buscar alternativas para escribir esta columna porque en la zona de la delegación Cuajimalpa en la que me encontraba “se había ido la luz” durante varias horas. A eso hay que agregar que todavía CFE no ofrece atención a los clientes en sus oficinas, ni les ha sido posible tomar lecturas del consumo de energía, por lo que los recibos seguirán produciéndose a base de cálculos y no del consumo real por un tiempo más. Eso para los millones de consumidores en viviendas de la zona centro del país. En materia de infraestructura el reto es mayor.
Me temo que se requerirá mucho más tiempo para hacer notar el cambio prometido de CFE en el centro del país. Las expectativas son altas y ahora ya no existe demonio a quien echarle todas las culpas.

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